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ASOCIACION DE NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA

Si quieres más información sobre la asociación en Villaviciosa contacta con Las Hijas de la Caridad

Un poco de historia:

En la calle del Bac, número 140, en pleno centro de París, está la casa madre de la Compañía de las Religiosas Hijas de la Caridad, que fundaran san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillach.

En 1830, en esta capilla, se apareció la Virgen María a una novicia de las Hijas de la Caridad, Santa Catalina Labouré, para dar al mundo una medalla.

Cuando estalla en París, en febrero de 1832, una terrible epidemia de cólera que va a causar más de 20 000 muertes, las Hermanas empiezan a distribuir las primeras medallas.

Se multiplican las curaciones así como las protecciones y conversiones. El pueblo de París califica la medalla de "milagrosa".


Las apariciones:

Primera aparición:

"La noche del 18 de julio de 1830, a eso de las 23'30, me oí llamar: "¡Sor Labouré, sor Labouré!" Desperté y miré el lado de donde venía la voz, y veo un niño vestido de blanco, de unos 4 a 5 años, que me dice: "Venga a la capilla." Me levanté y guiada por el niño me fui a la capilla: la puerta se abrió apenas el niño la tocó con la mano. Sentada en un sillón, junto al altar, estaba la Virgen. Yo dudaba que fuese la Virgen. Pero el niño me dijo: "¡Esa es la Santa Virgen!" Entonces la miré y di un salto hacia ella, arrodillándome a sus pies y poniendo las manos sobre sus rodillas. Me dijo:

"Hija mía, el buén Dios quiere encomendarte una misión. Tendrás muchas penas que superarás, pensando que lo haces por la gloria del buén Dios.

Venid a los pies de este altar: aquí se distribuirán las gracias a todos cuantos las pidan con confianza y fervor."

La Virgen mostró su deseo de que se fundara la Asociación de las Hijas de María, para celebrar el mes de mayo a ella dedicado, con gran solemnidad. Me dijo: "Yo gusto mucho de esas fiestas y concedo muchas gracias."

Dijo esto y desapareció por el lado de la tribuna.

Me alcé de las gradas del altar y observé al niño donde lo había dejado. Me dijo: "Se ha ido."

Volví al lecho a las 2 de la mañana, oí dar la hora, pero ya no me dormí. "


Segunda aparición:

El día 27 de noviembre de 1830, a las 5'30 de la tarde, en medio de un profundo silencio, de nuevo la Virgen se le aparece a sor Catalina Labouré, al pie del mismo altar, de pie sobre la esfera del mundo a sus plantas con un globo en las manos, y le dijo, en palabras de la propia Santa Catalina Labouré:

"Este globo que ves representa el mundo entero y cada alma en particular."

La figura de la Santísima Virgen estaba llena de tanta belleza, que yo no podría describirla.

Advertí que sus dedos se llenaban de anillos y piedras preciosas, y los rayos de luz que de ellos salían se difundían por todas partes.

Se me dijo:

"Estos rayos de luz son el símbolo de las gracias que la Santísima Virgen concede a todos los que se las piden."

Se formó un cuadro un poco ovalado alrededor de la Santísima Virgen con una inscripción con letras de oro que decía:

iOh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos!

"Haz acuñar una moneda igual a este modelo. Todas las personas que la lleven con confianza, colgada al cuello, recibirán grandes gracias.""


Novena a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa:

¡ Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre nuestra, con la más viva confianza en tu poderosa intercesión tantas veces manifestada por medio de tu Medalla, te suplicamos humildemente de dignar alcanzarnos las gracias que pedimos por esta novena

.......pedir una gracia personal.......

Oh Virgen de la Medalla Milagrosa que apareció a santa Catalina Labouré en la actitud de Mediadora para el mundo entero y cada alma en particular, entregamos en tus manos y confiamos a tu Corazón nuestras súplicas! Dígnate presentarlas a tu Dicino Hijo y conceder lo que pedimos si está conforme a la Voluntad Divina y útil a nuestras almas.

Y después de levantar hacia Dios tus manos suplicantes, bájalos hacia nosotros y envuélvenos en los rayos de tus gracias, iluminando nuestro espíritu, purificando nuestro corazón, para que guiados por ti, alcancemos algún día la eterna bienaventuranza.


Amén.